El nuevo año comienza en recesión y con el paro al alza, un contexto muy difícil para que el mercado inmobiliario comience a repuntar. Sólo una fiscalidad más favorable puede ayudar a que las ventas se reanimen un poco, pero la evolución de los precios seguirá una senda bajista.
El 2011 se ha convertido, oficialmente, en el peor año para el mercado inmobiliario español. Y no sólo del pasado reciente: prácticamente todos los indicadores se encuentran en los peores niveles desde que comenzaron a registrarse. Se han vendido menos viviendas que nunca, se han construido menos casas y los precios se sitúan ya en los niveles del año 2005. Y no parece que la situación vaya a remontar. Ni siquiera a estabilizarse.
La economía española caerá en recesión. Según la primera aproximación del Banco de España a las cifras del cuarto trimestre, el PIB ya habría decrecido. Y de acuerdo con las previsiones de Bankinter, muy posiblemente, se encadenen cuatro o cinco trimestres consecutivos de contracción, con el consiguiente incremento del número de desempleados.
El último tramo de 2011 ha dado la puntilla al sector inmobiliario y ha encendido las alarmas: por muy mal que estén las cosas, por mucho que se tenga la sensación de que se ha tocado suelo, siempre se puede seguir escarbando un poco más abajo.
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