Equipados con una mochila que guarda en su interior un dispositivo portátil con lápiz óptico, han salido a recorrer las calles de toda España más de 5.000 agentes censales del Instituto Nacional de Estadística (INE). Su objetivo, recoger la información de los casi 26 millones de viviendas existentes, con la que se elaborará, primero, el Censo de Edificios y Viviendas y, después, el de Población.
Una radiografía para certificar el balance de la década en la que se infló esa burbuja inmobiliaria cuyo estallido, hace ya cuatro años, sigue menoscabando las posibilidades de crecimiento de la economía española. Datos de un censo que dentro de unos meses, cuando sea debidamente depurado el trabajo de campo de los agentes, confirmará, de la forma más aproximada posible, cómo en ese periodo se han construido 4,6 millones de viviendas y se han comprado menos de 3.
Despejando dudas sobre la cuantificación del stock de viviendas nuevas sin vender, que trae de cabeza a promotores y, sobre todo, a las entidades financieras que prestaron el dinero para su construcción y corren el riesgo de no recuperarlo en su totalidad.
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