Hasta hace pocos años, recibir un piso, una casa o un chalet suponía un espaldarazo a la economía de cualquier familia. Pero disponer de un inmueble a estas alturas de la crisis no siempre tiene por qué ser motivo de satisfacción.
El continuo deterioro del valor del bien recibido; las deudas acumuladas por esa vivienda a través de la hipoteca; y el aumento de los impuestos ligados a la propiedad inmobiliaria provocan el rechazo de muchos herederos, que no saben cómo gestionar este tipo de operaciones. Si a estas dificultades añadimos a otros herederos con los que hay que decidir qué se puede hacer con la propiedad, el problema se amplifica.
Paso 1: aclarar si hay deudas detrás
Ante los problemas que pueden tener muchas propiedades inmobiliarias, los expertos recomiendan utilizar una figura legal que impide cualquier perjuicio para el patrimonio personal del heredero. Se trata de la aceptación de una herencia a beneficio de inventario.
A través de esta figura jurídica, «las posibles deudas de la herencia se liquidarán del patrimonio heredado y no se deberá responder con el propio», explica Noemí Pelegrí, abogada de Arag especializada en Derecho Civil. Esta experta indica que, cuando se desconozcan las deudas de una herencia, lo más recomendable es «averiguar el valor de los bienes y si existen cargas o gravámenes».
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